Inicia en público y termina en tu cama

El sexo es un espacio en el cual las parejas pueden experimentar, descubrir y conocer los diferentes caminos que existen para llegar a la pasión; ejemplo, los juegos sexuales.

Para Guido Fischer, psicólogo, sexólogo y terapeuta familiar, estos pueden ser una herramienta para enriquecer la sexualidad; ya  que estimulan lo lúdico en la pareja, la sexualidad y, por lo tanto, la intimidad.

Dentro de los juegos sexuales se involucran diversos elementos: imaginación, fantasías, juguetes, disfraces y, por qué, fingir que son desconocidos.

Introducir un toque de adrenalina puede hacer que la diversión y sobre todo el deseo se incremente, por ello Salud180.com te ofrece tres juegos que debes realizar.

1. Cita a ciegas. El punto de encuentro puede ser en un bar o restaurante. Llega con 10 minutos de retraso y sorpréndele con un estilo de ropa completamente diferente al tuyo: un nuevo peinado (o una peluca), un traje o vestido sexy y maquillaje atrevido.

Obsérvalo de lejos y después acércate a él y comienza el juego de seducción cómo si ninguno de los dos se conociera. Como tip, puedes decirle que el primero en romper la fantasía será quien pague la cuenta.

2. El hotel del amor. Reserva una habitación de hotel para una noche y envía una tarjeta de invitación con todos los datos a tu pareja. Crea un personaje que te haga sentir segura; una colegiala, una tímida mujer o una sexy profesional del arte del amor. Tú eliges.

3. Juego de sorpresas. Tienes una cena con familia o amigos, aprovecha esta oportunidad y sorpréndelo. Antes de entrar o de reunirse con los demás dile que tienes que entrar al baño, pero que necesitas que te espere.

Quítate la ropa interior y posteriormente reúnete con él. Con discreción dale la prenda. Esto lo mantendrá excitado toda la velada.

En el terreno sexual todo está permitido siempre que exista respeto y confianza entre la pareja. No te pierdas de la oportunidad de experimentar cosas nuevas. Los juegos sexuales son herramientas que te permiten intentar o ser otra persona, libre de prejuicios.