¿Perdonarías una infidelidad?

Perdonar una infidelidad es uno de los primeros pasos para reconstruir una relación de pareja, pero hacerlo es una de los dilemas morales más complicados porque implica hacerse cargo y responsable de esa decisión, sin transferir mayor culpa  a quien lo recibe.

Luego de perdonar una infidelidad, muchas parejas han crecido y evolucionado, porque supieron transformar una crisis en una oportunidad de progreso. “Esto implica mucha madurez, diálogo y entendimiento. Una infidelidad no siempre es negativa, lo que es negativo y destructivo es la manera en que habitualmente se maneja la situación”, explica la psicóloga Diana Resnicoff, sexóloga clínica.

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  ¿Perdonar o no perdonar?

Perdonar una infidelidad es una cuestión muy subjetiva e inherente a quien fue lastimado, además de que no sólo debe quedarse en el simple perdón, sino que se debe trabajar de forma individual y en pareja para superar el hecho, como lo explica Pavel, psicólogo de Salud180 en su Manual Urbano:

Lo más difícil de perdonar una infidelidad es aprender a quitarle la carga afectiva negativa e intensa a los hechos. De acuerdo con la opinión general de los especialistas, las razones para hacerlo son únicas en cada caso, y coinciden en que se debe hacer balance y valorar si lo bueno a lo largo del tiempo de la relación tiene más peso que lo malo.

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  ¿Amor o lealtad?

El amor es la principal razón por la cual se llega a perdonar una infidelidad, y tras éste se sopesan ciertos motivos que pueden apoyar esta decisión: las tentaciones existen, la atracción es real, y cualquiera puede tener un momento de debilidad y algo faltó o falló en la relación.

En tanto, la lealtad es la causa primordial por la cual no se logra perdonar la infidelidad de una pareja. La exclusividad sexual, el respeto, la indiferencia, la inseguridad y la desconfianza apoyan esta decisión.

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Sin embargo, según la psicóloga Resnicoff, la peor razón o argumento para hacerlo es el aspecto social: “en ocasiones, existen personas que deciden perdonar una infidelidad simplemente por un deseo de querer cuidar las apariencias a nivel social y no dar lugar al qué dirán, lo cual, por sí mismo, condena la relación al fracaso.